viernes, 29 de enero de 2010

1 mujer, 1000 Islas

Muchas mujeres tratan de negarlo hasta la muerte, sin embargo todas (y todos) sabemos que es cierto y no hay manera de ocultarlo: cuando una mujer se enamora se aísla por completo del mundo y vuelca su existencia a esa persona que le robo el corazón. Comenzamos a vivir en un mundo paralelo donde solo existimos nosotros 2, esa persona que es el mundo para ti y Tú esperando ser el mundo para esa persona.
Todas aquellas que tienen la bendición de tener amig@s excepcionales logran mantener puentecitos de arena que le permitan escapar de vez en cuando de su isla para visitar tierra firme, sin embargo la marea alta puede llevarse esos puentes así que se debe ser bastante cuidadosa para no perder de vista esos pasajes que la llevarán de vuelta al mundo real.

Ésta serie de relatos que empiezo hoy no es más que la tonta ilusión de querer escribir una biografía de una manera completamente distinta y poder mantener el anonimato de la protagonista. Es la historia de una mujer especial y encantadora que ha logrado a través de los años conocer y disfrutar un archipiélago, el cual le dejará como aprendizaje el carácter y las cualidades necesarias para aprender que en tierra firme siempre podrá encontrar todo lo que te puede dar una Isla y mucho más!.

Espero que disfruten de estos relatos tanto como disfruto yo al escribirlos. Son dedicados a la protagonista de esta historia, una manera diferente de decirte como te ves a través de mis ojos y mi corazón.

1 mujer, 1000 Islas – Capítulo 1

Nació un día tal de un mes cualquiera del año X, en realidad las fechas no importan tanto, y mucho menos la edad, las mujeres nos caracterizamos por crecer y envejecer de acuerdo a nuestras vivencias y los obstáculos que debemos superar, y ésta mujer no era la excepción. Desde muy chiquita sabía que era lo que quería en la vida, los que parecían no saberlo eran sus seres cercanos, siempre la vieron diferente, la veían centrada en sus metas profesionales en su crecimiento escolar, aferrados en todo momento a la inteligencia superior de esa pequeña niña. Sin embargo sus planes eran otros, vivir su vida al máximo, intensificando cada vivencia tanto como sus sentidos se lo permitieran, enfocarse en el crecimiento espiritual y no en el material. Destacarse en los estudios y ser mucho más inteligente que sus compañeros no era una de sus metas, simplemente era una cualidad intrínseca que más adelante la ayudaría a cumplir con su cometido.

Le llegó la edad en que toda niña deja de ver su Barbie como una simple muñeca para peinar y vestir y empezó a verla como la personificación de todo lo que quería ser cuando fuese grande, tal como le pasa a todas las niñas, solo que a ella le llegó un par de años antes. Un compañerito de escuela con el que tenía un poco más de química que con los demás y el cual le devolvía el sentimiento (o eso la hacía pensar), fue una amistad que rozaba los límites de vez en cuando, que la hacía cuestionarse por que con otros no era así. Nunca dejó de preguntarse por que él la hacía sentir tan especial y mayor cuando los otros niños seguían siendo simplemente niños. Así apareció su primera Isla, la más pequeña e insignificante de todas, pero aún así, la que más adelante la ayudaría a salir de un océano en el que quizás, sin esa Isla, se hubiese podido convertir en náufraga por el resto de su vida.

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